Una cosa que le gusta a todos los niños son los chistes. En cuanto empiezan a tener un poco de entendimiento sienten una gran atracción por esos juegos de palabras o relatos súper breves que te hacen reír.
Cuando Inés llegó a ese punto pensé en hacer una recopilación de chistes que pudiera entender, que no hablara de cosas de mayores y mucho menos de chascarrillos sexuales, sexistas o racistas claro. Y me di cuenta de que muchos de ellos se podían ilustrar en una sola viñeta. Y de que esas viñetas se podían imprimir en blanco y negro para que se pudieran colorear, dándoles así un doble valor. Así surgió la idea de «33 chistes para colorear», que puede ser el primero de una larga serie.
¡Risas y Colores para Pequeños Artistas!
Saca los lápices de colores y prepárate para un montón de carcajadas con este cuaderno de colorear. Un libro diseñado especialmente para niños que contiene 33 chistes sencillos y adecuados para su edad que además se pueden colorear.
Chistes cortos y divertidos
Cada página presenta un dibujo diferente que ilustra un chiste corto y divertido que hará reír a los más pequeños. Hemos seleccionado cuidadosamente cada chiste para asegurar que sea fácil de entender y libre de contenido inapropiado: sin violencia, temas de adultos, body shaming, racismo, machismo ni ofensas de ningún tipo.
Creatividad y amor por la lectura
Este cuaderno no solo entretiene, sino que también estimula la creatividad, mejora la motricidad fina y fomenta el amor por la lectura de una manera lúdica. Es el regalo perfecto para cumpleaños, fiestas, viajes largos, o simplemente para disfrutar de un momento de tranquilidad y diversión en casa.
33 ilustraciones originales
33 ilustraciones originales listas para colorear, una doble en las páginas centrales
Después de varias publicaciones basadas en cuentos tradicionales o con textos propios muy cortitos (como «Ya no soy uno bebé» o «Primero es…») quería atreverme a construir un relato un poco más largo, y me lancé con esta esta historia irreverente, un poco gamberra y al mismo tiempo emotiva sobre el olor más cautivador del mundo.
En «Aroma de caquita» Paul y Madeleine descubren, casi por accidente, el potencial de una fragancia que todos hemos tenido cerca alguna vez y se les ocurre un negocio disparatado. «Aroma de caquita» nos habla de esa etapa fugaz y mágica que es la primera infancia, en la que incluso lo escatológico puede convertirse en un recuerdo precioso.
«Aroma de caquita» está dirigido principalmente a los papás y las mamás que están en esa fase en la que empiezas a echar de menos las primeras versiones de tu bebé y te das cuenta de que el tiempo pasa demasiado deprisa.
Estilo
Las ilustraciones de «Aroma de caquita» presentan un marcado estilo de línea clara, caracterizado por sus contornos nítidos y definidos. La paleta cromática se compone de colores planos, lo que confiere una estética limpia y una gran legibilidad visual.
Este enfoque recuerda directamente a la tradición del cómic franco-belga (Hergé, Tintín) y a ciertas vertientes de la animación clásica (101 dalmatas o La dama y el vagabundo), donde la claridad del trazo y la expresividad de los personajes son primordiales. Los diseños simplificados de las figuras, combinados con fondos que aportan contexto sin saturar la composición, crean un universo visual armonioso y de fácil comprensión, que invita a la inmersión en la narrativa.
Pepillo es un niño que cada verano visita a su abuela en un tranquilo pueblo de montaña. Ésta ha decidido que este año ya es lo suficientemente mayor para hacer recados.
El voluntarioso muchacho tendrá que aprender que las soluciones no siempre son universales, y que lo que funciona para una cosa no sirve para otra. Pero con ayuda de su abuela, siempre comprensiva, entenderá que todos cometemos errores pero lo importante es aprender de ellos y seguir adelante.
«Los recados de Pepillo» está basado en un relato tradicional que conocí gracias al folclorista Joaquín Díaz (como «El gallo Quirico»).
Las imágenes están generadas con Inteligencia Artificial (ChatGPT y Firefly básicamente), como ya hice con «Ya no soy uno bebé», pero esta vez he querido dar un paso más: crear algo que no pudiera dibujar yo como «antes». Y el resultado han sido estas marionetas tan adorables.
Como ya comenté hace poco generar este tipo de imágenes no es tan fácil como parece, te tienes que pelear bastante con la IA para que consiga hacer ciertas cosas, sobre todo por la consistencia, que los personajes se parezcan entre las diferentes escenas, que no les cambie el pelo o la ropa. Y luego llevan mucho retoque «manual», pero esto lo desarrollaré en un próximo post.
Hace poco publiqué mi cuento «Ya no soy uno bebé», un trabajo muy especial entre otras cosas porque por primera vez hice todas las ilustraciones a base de prompts e IA. Tuve que dedicar mucho tiempo al retoque con Photoshop, del que hablaré más adelante, pero por primera vez no dibujé nada.
Y aproveché esta circunstancia y experiencia para escribir este hilo de Twitter que ahora pongo aquí (con algún ajuste) y donde dejaba mi opinión sobre este tema tan peliagudo:
Seamos realistas
🎨🤖 Si tuviera que posicionarme en un debate a favor o en contra de la IA en el mundo de la ilustración, diría que estoy a favor, aunque si me dejaran matizaría que mi posición es más bien la de “asunción”, es decir, que asumo que esto ha llegado para quedarse y pretender parar su uso es poner puertas al campo. La realidad es que tenemos dos opciones: usarla o no usarla. Y negarse a usarla creo que es ser como el fotógrafo que hace 30 años se negó a aprender Photoshop.
¿Photoshop no es un poco IA?
Vale que es algo más complejo que todo lo que hemos visto hasta ahora pero si nos centramos en la parte técnica ¿hay mucha diferencia entre lo que hace la IA y el “Seleccionar sujeto” de Photoshop, o el “Relleno según contenido” o “Alinear capas automáticamente”? Son herramientas que los diseñadores, fotógrafos e ilustradores llevamos utilizando años, y a mí se me parecen bastante a la IA.
Y Photoshop también redujo considerablemente las horas de trabajo y por tanto el valor de una profesión y aún así se impuso y no fue el fin del mundo. No me gusta nada sentirme en contra de aquellos que defienden los derechos de los trabajadores pero insisto en que la IA ha venido para quedarse y tenemos la mala suerte de que somos los primeros a los que se va a llevar por delante, pero es lo que hay.
Si nos ponemos exquisitos…
Y ojo porque además, si nos queremos poner rebeldes tenemos que ser también coherentes y tendremos que renunciar también al traductor de Google ¿no? porque le quita el trabajo a los traductores humanos, ¿y que hacemos con las páginas que le quitan el trabajo a las agencias de viajes? y tantas cosas…
La IA nos roba
Pero seguimos, porque ahora llegamos al argumento que más me repatea, en serio, eso de que parece que si alguien utiliza ChatGPT para hacerse un retrato a lo Studio Ghibli le está robando el pan a un ilustrador.
Parece que hemos olvidado los tiempos de la piratería. Para quien no lo recuerde en aquellos años felices las discográficas y las productoras de cine y televisión lloraban por las grandes pérdidas que según ellos les producía que un chaval se descargara tres pelis para ver un fin de semana, como si fuera a pagar esas tres entradas o a comprarse cinco discos cada semana si no existiera la piratería.
Evidentemente no, consumíamos ese contenido porque era gratis y si hubiéramos tenido que pagar por él no lo habríamos hecho. Punto. Pues esto es igual, no seamos hipócritas y no argumentemos que la IA es mala porque nos hace perder mucho dinero, como insinuando que toda esa gente que ha utilizado estos días ChatGPT para hacer el tonto con el estilo Ghibli, Pixar o Los Simpsons os hubieran pagado a vosotros por que se lo hicierais a mano.
La creatividad
Por otro lado también se critica a la IA porque no es creativa. Vale, es cierto, pero si nos ponemos rigurosos nosotros tampoco, y veo que en esto la gente está muy confundida: Si yo nunca he estado en tu casa puedo imaginarme cómo es, pero no me invento nada, no creo nada, lo hago en base a imágenes que ya tengo en mi cabeza, imaginar es eso, construir imágenes nuevas en base a otras que ya hemos visto, exactamente lo que hace la IA (y no me podría imaginar tu casa si nunca hubiera visto una casa). Ni la IA ni los humanos somos capaces de inventarnos cosas de la nada.
Los estudios en psicología cognitiva y neurociencia respaldan que imaginar es recombinar experiencias previas almacenadas en la memoria.
Según Mark Johnson y George Lakoff, la mente humana opera a partir de imágenes mentales y esquemas sensoriales que derivan de la experiencia.
La neurociencia ha mostrado (por ejemplo, Kosslyn, 1994; Schacter & Addis, 2007) que las mismas áreas cerebrales que usamos para recordar se activan cuando imaginamos. En especial, el hipocampo y la corteza visual asociativa.
En resumen: imaginar es mezclar recuerdos, proyectarlos y modificarlos. Si nunca has visto una casa, tu cerebro no podría generar la imagen de una, como tú mismo señalas.
La ciencia infusa
Pero bueno, aún nos quedaría por resolver el dilema moral, otra cosa que también he escuchado y leído estos días.
Aquí os compro que lo peor de la IA es que para aprender coge sin permiso imágenes que andan por la red. Pero también quiero preguntaros una cosa ¿vosotros cómo aprendisteis a dibujar?¿por ciencia infusa? ¿os vino la inspiración divina? Pues que suerte porque yo tengo que reconocer que he copiado mucho la forma de hacer una mano, unos ojos, un brazo musculoso, una botella de agua, de Los Simpsons, de Tintín, de Mortadelo y Filemón… y bueno, he ido mezclando referentes y creando un estilo más o menos propio, un poco como hace la IA cuando le pides algo en serio (no la tontería del Studio Ghibli). Que existen incluso estilos en los que estás obligado a seguir un canon, unas proporciones y unos recursos que dejan muy poco a la creatividad, como, ejem, el manga.
Pero no abramos ese melón y vayamos terminando con el último gran problema que le veo al uso de las IAs en el mundo de la ilustración.
Graphic Design es my passion
Y no es otro que el hecho de que van a aparecer (están apareciendo ya) muchos productos con una calidad gráfica muy lamentable, ilustraciones hechas claramente con IA pero sin ningún cuidado, al primer prompt y por supuesto sin retoque. Pues aquí también tenemos que ser realistas y reconocer que siempre se han visto por ahí ilustraciones hechas con el horto y siempre ha habido ilustradores cutres que han hecho carrera sin que se sepa muy bien cómo.
En resumen es evidente que éste es un tema controvertido y asumo que hay puntos en los que comparto algunas reservas, como decía al principio no voy a ser un defensor acérrimo de la IA en este campo pero veo que en general ningún argumento de los que he leído o escuchado por parte de sus detractores me convence de momento para no utilizarla.
Ya no soy uno bebé
En cuanto al proyecto en sí ha sido básicamente una prueba. Llevaba ya tiempo jugando con diferentes IAs de generación de imágenes, como Stable Diffusion, Gemini de Google, también con Recraft… Pero nunca las había utilizado para ilustrar un cuento completo por una sencilla razón: la consistencia.
Y es que estas IAs son capaces de crear imágenes increíbles pero les costaba mucho repetir personajes, generar varias imágenes o escenas en las que aparecieran los mismos elementos sin variaciones.
Digo que les costaba… Hasta ahora, pues la última versión de ChatGPT ha superado este problema con nota.
Se puede comprobar en mi cuento: la monita protagonista es prácticamente igual en todas las páginas, apenas ha sacado rasgos diferenciadores y los que han aparecido los he podido corregir.
Porque aquí está otro de los puntos más importantes en esta historia: creo que es evidente que esto de ilustrar un cuento infantil con IA no es tan fácil, al menos si se quiere hacer bien.
No se consiguen resultados satisfactorios a la primera, hay que hablar con la IA durante bastante tiempo (en ocasiones piensas que te llevaría menos tiempo hacer tú mismo las ilustraciones).
Además hay que tener en cuenta, esto aún no lo había dicho, que de momento lo he hecho todo con versiones gratuitas, sin pagar un euro.
Así que aquí se abren dos caminos:
Pagar y tener la posibilidad de generar una imagen de inicio a fin a base de indicar correcciones a la IA
Generar una imagen que en general te cuadre con dos o tres intentos y retocarla con Photoshop
En mi próximo proyecto probaré la primera opción pero como decía en éste me he quedado con la segunda y de esta manera pues nos encontramos con que por ejemplo en la primera imagen, la de la portada ChatGPT no entendió del todo bien, o yo no supe explicarle, el gesto que yo quería que tuviera la monita.
Mi idea era que estuviera de puntillas, eso lo hizo perfectamente, y estirándose como queriendo parecer más alta y poniendo su mano por encima de la cabeza como en un gesto que quisiera decir «mira qué alta soy ya».
Esto es lo que le faltaba a la última ilustración que me generó ChatGPT después de un par de pruebas, y lo arreglé en un momento con la Deformación de posición libre de Photoshop.
Me queda probar si con la versión de pago también llegará el momento en el que ves que va a ser difícil que complete ciertos ajustes y te va a salir más a cuenta hacer el retoque manualmente.
Y este último aspecto es clave porque como decía al principio la IA ha llegado a un punto realmente sorprendente, al que nadie creía que fuera a llegar hace un par de años pero aún le falta ese toque, resolver esos ajustes difíciles de explicar con prompts, y esto hace que, al menos a día de hoy siga siendo necesario e importante el trabajo de un profesional que sea capaz de hacer estos retoques manualmente con Photoshop.
No sé si la IA ha llegado hasta aquí y nunca va a ser capaz de superar este último problema o si en un mes estaré diciendo que ha alcanzado la perfección y ya sí que cualquiera la puede usar y obtener resultados completamente válidos sin tener ni idea de Photoshop, pero a día de hoy la situación creo que es ésta que acabo de comentar.
«Ya no soy uno bebé» es posiblemente mi cuento favorito de los que he publicado hasta la fecha.
La historia está inspirada, una vez más, en mi hija Inés y en ese punto en que se encuentra ahora, en el que se está volviendo más independiente y cada vez hace más cosas por sí misma. Como padre este momento es tremendamente emocionante.
Me resultó curioso darme cuenta de que prácticamente todos pasamos por 7 grandes hitos universales cuando nos hacemos mayores: Empezar a hablar, aprender a andar, dejar el chupete, dejar la teta o el bibe, dejar el pañal, empezar a dormir en nuestra cama y aprender a limpiarnos solos el culo.
El texto es mío, y creo que es la primera vez que escribo en verso, aunque como veis, no me he complicado mucho la vida.
«¡Ya no soy uno bebé!» es un tierno y divertido cuento protagonizado por una pequeña monita que nos cuenta cómo ha ido afrontando cada uno de los retos de hacerse mayor: decir adiós al chupe, aprender a andar, dejar el pañal, empezar a hablar, dormir sola…
Un cuento ideal para leer con niños y niñas de entre 3 y 6 años, que se sentirán identificados con las vivencias de la protagonista. Además, invita a conversar con los peques sobre sus propios avances y los que aún están por venir: ¿Recuerdas cuándo dejaste el pañal? ¿Ya duermes en tu cama? ¿Qué te falta para ser aún más mayor?
Escena 1
Escena 2
Escena 3
Escena 4
Escena 5
Escena 6
Escena 7
Inés está dejando de ser bebé y nos cuenta, a su manera, cómo aprendió a andar, dejó el chupe, el pañal, la teta… ¡y hasta se atrevió a dormir sola!
Perfecto para acompañar procesos de cambio, reforzar la autoestima y compartir momentos de lectura entrañables antes de dormir.