Después de varias publicaciones basadas en cuentos tradicionales o con textos propios muy cortitos (como «Ya no soy uno bebé» o «Primero es…») quería atreverme a construir un relato un poco más largo, y me lancé con esta esta historia irreverente, un poco gamberra y al mismo tiempo emotiva sobre el olor más cautivador del mundo.
En «Aroma de caquita» Paul y Madeleine descubren, casi por accidente, el potencial de una fragancia que todos hemos tenido cerca alguna vez y se les ocurre un negocio disparatado. «Aroma de caquita» nos habla de esa etapa fugaz y mágica que es la primera infancia, en la que incluso lo escatológico puede convertirse en un recuerdo precioso.

«Aroma de caquita» está dirigido principalmente a los papás y las mamás que están en esa fase en la que empiezas a echar de menos las primeras versiones de tu bebé y te das cuenta de que el tiempo pasa demasiado deprisa.
Estilo
Las ilustraciones de «Aroma de caquita» presentan un marcado estilo de línea clara, caracterizado por sus contornos nítidos y definidos. La paleta cromática se compone de colores planos, lo que confiere una estética limpia y una gran legibilidad visual.

Este enfoque recuerda directamente a la tradición del cómic franco-belga (Hergé, Tintín) y a ciertas vertientes de la animación clásica (101 dalmatas o La dama y el vagabundo), donde la claridad del trazo y la expresividad de los personajes son primordiales. Los diseños simplificados de las figuras, combinados con fondos que aportan contexto sin saturar la composición, crean un universo visual armonioso y de fácil comprensión, que invita a la inmersión en la narrativa.

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Aroma de caquita


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